Durante la iniciación al recipiendario se purifica por agua durante el segundo viaje. Juan Carlos Daza, en el Diccionario de la Francmasonería, establece que “el simbolismo del agua redunda en tres aspectos: fuente de vida, purificación, y regeneración.
En la Biblia puede leerse la frase de Jesús: “Quien beba el agua que yo le daré ya nunca tendrá sed, pues el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en manantial de agua que brote para la vida eterna.”
El mismo autor se refiere al agua, “como fuerza vital, que tiene su opuesto en el fuego, y de su unión el agua se volatiliza (fluido vital o ígneo), completando la trinidad. Forma parte de los elementos que figuran en las cuatro caras superiores de la piedra cúbica de punta monolítica, cuyo vértice es la Quintaesencia, y está apoyada por la humedad y el frío de las caras inferiores correspondientes al Norte”.
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