Trazado
de Isidro Toro Pampols .·.
La Masonería, a lo largo de la historia, ha sido utilizada por estafadores y otros tipos de malhechores para ejecutar sus perversos planes y esto ha sido caldo de cultivo para los propagadores de la antimasonería.
En su obra Historia Pintoresca de la Masonería, publicada en 1842 por el escritor francés Begue Clavel, registra un episodio de este malévolo tramposo.
Igual el sabio masón alemán que se hacía llamar Lenning, quien en la segunda década del siglo XIX proyectó una Enciclopedia de la Masonería.
Lenning hace una descripción de su carácter y dice que era uno de los petardistas más audaces y descarado que han elegido la fraternidad como escenario para adelantar sus fechorías.
Achrepfer fue propietario en 1768 de un café en la ciudad alemana de Leipzic, donde exhibía una cantidad de libros de la Orden Rosacruz y de la Francmasonería.
Su local lo hacía llamar Logia Escocesa, declarando que había sido comisionado por la superioridad Masónica para destruir el sistema de la Estricta Observancia, a cuyos adherentes insultaba descaradamente y con abuso, según apunta Gallantin Mackey en su Enciclopedia de la Francmasonería.
Alardeaba de poseer el gran secreto de la Francmasonería, denunciando como ignorantes a los masones alemanes que no seguían sus dictados.
Declaraba que era una especie de sacerdote ungido con poder sobre los espíritus, quienes aparecían bajo su voluntad y obedecían sus órdenes, siendo conocedor del pasado, del presente y del futuro.
Con esta mezcla de esoterismo con charlatanería, que en nada tenia que ver con la Masonería, aunque utilizara símbolos de la Orden, llegó a reclutar a un grupo de embaucadores quienes le ayudaban a obtener fondos mal habido, que era la finalidad real de sus prácticas.
En una oportunidad viajó fuera de Alemania, dejando al frente de su corporación a uno de sus diputados, regresando con la historia que era hijo natural de un príncipe francés, asumiendo el título de Barón Von Steinbach.
Acosado por las denuncias de fraude y deudas, haciéndose acompañar por algunos de sus seguidores se internó en el bosque El Rosenthal, en las afueras de la ciudad de Leipzic, donde la mañana del 8 de octubre de 1774 partió de este plano terrenal al dispararse un tiro de pistola en la cabeza.
No son pocos los farsantes que han utilizado los símbolos de la Masonería para cometer fraudes. Han existido, existen y existirán, porque es parte de la naturaleza perversa de algunos individuos vivir bajo el signo del deshonor.
La Orden Francmasónica no es un reformatorio, es una fraternidad que orienta al individuo, libre y de buenas costumbres, en la construcción de su templo de virtud, porque los seres humanos somos perfectibles.
Pero no todos. En la entrada de muchas logias y grandes logias, se colocan varias piedras deformes, quebradizas, imposibles de tallar, como símbolo que no tienen cabida en la Orden quienes tienen disuelto el espíritu en las pasiones que tiranizan al hombre en nuestra sociedad.
SFU
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