miércoles, 3 de julio de 2024

El episodio de la lluvia y Juan de Silva Cordeiro, precursor de la Masonería Argentina

 Trazado de Isidro Toro Pampols .·. 

 


La masonería en argentina levanta columnas en medio de circunstancias que llaman la atención.

Según el historiador argentino Emilio Corbière, la masonería llegó al Río de la Plata a finales del siglo XVIII, influida por los masones españoles y no por los ingleses como se ha creído. Cuando José de San Martín, Carlos de Alvear y otros patriotas llegaron a Buenos Aires en 1812, la Orden ya estaba implantada: existía la Logia Independencia en 1795 y en 1810 se estableció una homónima, presidida por Julián Álvarez, la cual se llamó Logia de San Juan, y suministró los elementos básicos para la Lautaro.


 

Si tomamos el dato de Albert Gallantin Mackey, en su Enciclopedia de la Francmasonería, es el masón portugués Juan de Silva Cordeiro quien instala en 1804 un triangulo que pronto levanta columnas como Logia de San Juan de Jerusalén de la Felicidad de esta parte de América.

Silva Cordeiro quien venía huyendo de la persecución oficial en su país natal, en su paso por España se había iniciado en la Logia “Matritense” alcanzando el Grado 33.

De Madrid pasa a Estados Unidos y de allí al Brasil, donde trabaja con nombre falso hasta que debe emigrar forzosamente a Buenos Aires.

El precitado Triangulo pronto se transformó en Logia y alcanzo rápidamente alrededor de 100 columnas, adquiriendo Carta patente de la Gran Logia de Pennsylvania, que le dio la acreditación de Masonería regular.

El tesorero era Manuel Arroyo Pinedo y Juan Ángel Vallejos oficiaba de secretario. Tengamos presente este último nombre.

Un hecho curioso ocurre a causa de una copiosa lluvia que afectó el Taller que trabajaba a dos cuadras antes de llegar al monasterio de Catalinas, en una vivienda que pertenecía a Miguel de Azcuénaga. También se reunían en la casa de Eleuterio Tavares.

Luego de una semana de mucha lluvia, según se consigna en un documento conservado en el Archivo General de la Nación, varios de los atributos usados en los ritos se habían humedecido.

Cuando el tiempo mejoró, Tavares mandó a un criado a colgar de la ventana y del balcón la vestimenta ritual mojada para que se secase.

El viento que se levantó hizo que una capa y un mandil, volasen por el barrio.

Ambas prendas fueron recogidas por una mujer quien, al no hallar a su dueño, se la entregó a Antonio Rivarola, el capellán de las monjas catalinas, y éste las remitió a Benito Lue y Riega, el obispo de Buenos Aires.

Al verlas, el prelado no lo dudó: fue a llevárselas al virrey Rafael Marqués de Sobremonte, quien ordenó al oidor Juan Bazo y Berry abrir un proceso para hallar a los responsables.

Por pesquisas llegaron donde Gregorio Gómez, miembro de la logia, quien confesó el funcionamiento del Taller y dio los nombres de los que la componían.

Si bien le hicieron jurar que no hablase con nadie, esa noche fue a la casa del secretario Vallejos y le contó de su declaración.

Juntos fueron a ver a Silva Cordeiro.

Según narra Albert Mackey, el Secretario de la Logia era un hombre de sangre fría y experiencia.

Conociendo los lados débiles de la señora Marquesa

Juana María de Larrazábal y de la Quintana, esposa del virrey Sobremonte, le envió un rico aderezo de diamantes y otras piedras preciosas, haciéndole saber que estas alhajas eran un regalo en nombre de Silva Cordeiro para que las pudiese lucir en el día de San Juan Nepomuceno, cumpleaños de la mujer.

Ese día, la esposa del virrey apareció en público con las joyas. Su marido ya había ordenado suspender el proceso y devolver las pruebas incautadas.

Después de este incidente la Logia continuó sus trabajos con el celo debido, difundiendo la Luz en la ciudad de Buenos Aires y en otras comarcas.

Con la masonería ocurre, por las características de su actividad especialmente secreta en esa peligrosa época, que concurren datos que en cualquier caso no contradicen la fecha de fundación de la Orden en un país determinado, sino que coloca sobre relieve una característica que distingue la Francmasonería frente a otras asociaciones. 

Es cuanto S.·.F.·.U.·.

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