El saludo masónico es un signo exterior de reconocimiento mediante el cual los miembros de la Orden pueden identificarse, sin necesidad de que alguien les presente, aún en sitios públicos y en presencia de personas sin que estas puedan percatarse y descubrir este acto.
El Aprendiz en el momento de entrar al Templo, ejecuta tres saludos, como una renovación a su juramento; el primero al Venerable Maestro, cuyo significado es “Tengo Fe en mis Ideales”; luego al Primer Vigilante, “Esperanza en realizarlos” y finalmente al Segundo Vigilante, “Y amor a la Humanidad”.
Estos saludos constituyen una autentica renovación de los juramentos que el masón presta ante el Altar de su Logia Madre, los cuales deben ser recordados en todo momento y circunstancia por el verdadero Iniciado.
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