El Altar o Ara, según expresa el hermano Ramón Romero, en el Manual Práctico y Filosófico del Aprendiz Masón, “es el sitio donde se ofrecen a Dios los sacrificios. Es allí donde el Masón ofrece en holocausto, el sacrifico de sus pasiones y donde el hombre presta acatamiento a las leyes del Supremo Hacedor. Los actos más formales o solemnes, tales como juramentos, consagraciones, afiliación, regularización y muchos otros se realizan frente al Ara”.
En el centro del Templo, sin tomar en cuenta el Oriente, está ubicado el Ara o Altar. Sobre el Ara se coloca el Volumen de la Ley Sagrada, (Biblia), la Constitución Masónica de la Gran Logia, una Escuadra, un Compás. Representa la verdad velada por símbolos y alegorías que debe descubrir todo Masón por la perseverancia, el estudio y la constancia en la práctica de todas las virtudes. Alrededor del altar se encuentran ubicadas, en forma de escuadra, tres pequeñas columnas, (Sabiduría, Fuerza y Belleza), sobre los cuales se colocan cirios que deberán permanecer encendidos durante el trabajo de la Logia.
Esta forma triangular del Altar de los Juramentos representa según Jorge Adoum, “los tres altares en el tabernáculo, símbolo de la evolución: Altar de bronce o de sacrificio, altar del incienso y el altar de oro, cuyo simbolismo es el hombre antiguo, el hombre moderno y el hombre del futuro o superhombre”.
Para referirse al Ara, Aldo Lavagnini, en el Manual de Aprendiz expresa: “es el símbolo de la elevación de nuestros pensamientos por medio del cual percibimos la realidad trascendente que se esconde bajo la apariencia contradictoria y llegamos a conocer la palabra, o sea la verdad, que es propósito íntimamente benéfico de toda experiencia, siempre extendida para nuestro progreso y bien, más verdaderos”.
Adolfo Terrones Benites y Alfonso León García en su obra “Los 33 Temas del Aprendiz Masón” definen el Ara en los siguientes términos: ”se le considera como representativo de la Eternidad, del Secreto, del Misterio, de lo Desconocido, de lo Abstracto, y en general de todas las Fuerzas Ocultas que existen en el Universo, como Arcanos de la Naturaleza; además, en lo material, el Ara es emblemática de la Tumba, o sea del Sepulcro que recibe al hombre como el sitio propio para su Descanso Eterno”.
En el Lexicón de Masonería, de Mackey se nos presenta la siguiente exposición referida al Altar: “Es el lugar en donde se ofrecían sacrificios a Dios. Después de la erección del Tabernáculo, los altares fueron de dos clases: de los sacrificios y del incienso. El altar masónico puede considerarse como la representación de ambas formas. De este altar se eleva constantemente el Gran Yo Soy, el grato incienso del amor, consuelo y verdad fraternales, mientras que sobre él quedan las indómitas pasiones y los mundanales apetitos de los hermanos como un apropiado sacrificio al genio de nuestra Orden”.
En el Diccionario de la Francmasonería, Juan Carlos Daza nos dice: “por la posición que ocupa en el Centro del Templo y bajo la Estrella Polar, el Ara simboliza el Centro Polar, y se relaciona a su vez con la letra G (inscrita entre la escuadra y compás que sobre ella se apoyan); recordemos, además, que la masonería operativa solía suspender del techo, por una cuerda, una G sobre una esvástica (simbolizando el Centro Celeste y el terrestre); la vertical es el hilo que une y ordena los mundos (que pasa por el Centro Polar), el eje simbolizado por el brazo del compás que permanece inmóvil al trazar el círculo”.
Resumiendo, el Arar que se encuentra en los Templos Masónicos, está constituido por una pequeña mesa, por lo general de forma triangular, elevada sobre tres gradines, ubicada en el centro de este, frente a las dos columnas que se encuentran a la entrada y delante del sitial del Venerable Maestro en el Oriente. Contiene las Tres Grandes Luces de la Masonería: la Escuadra, el Compás y el Volumen de la Ley Sagrada. Constituye el lugar más importante y sagrado del Templo Masónico, pues a su frente se realizan los actos más solemnes, tales como juramentos, consagraciones, afiliaciones y otros siendo imprescindible para todo trabajo logial. En él, deposita el Candidato durante su iniciación, “sus pasiones y sus vicios como una ofrenda y sacrificio a la deidad, y ofrece a la vez sus pensamientos de un corazón puro, como el incienso más justo hacia el Gran Arquitecto del Universo”.
El Altar de los Juramentos es la imagen de lo desconocido, del espíritu, de lo misterioso y nos da la imagen de una tumba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario