Al Recipiendario en un momento determinado en la ceremonia de Iniciación, es despojado de todos sus metales, (dinero, prendas, reloj, etc), para más tarde reintegrárselos conforme a una antigua costumbre y según un ritual establecido para tal propósito, que debe ser cumplido con la mayor seriedad y decoro.
Aldo Lavagnini en El Secreto Masónico, indica que “el despojo de los metales que se verifica al ingresar al cuarto de reflexión es un índice de que los valores materiales y morales, que nos han servido hasta entonces, y sobre los cuales habíamos construido nuestra existencia, aparece como si nos fueran quitados por la fatalidad externa, o bien cesaran de ser apreciados y poderse utilizar”.
Lavagnini en el Manual del Aprendiz, expresa que “al ingresar (el Recipiendario) a este Cuarto (de reflexiones) el candidato tiene que despojarse de los metales que lleva consigo y que el Experto recoge cuidadosamente. Tiene que volver a su estado de pureza originaria – la desnudez adámica – despojándose voluntariamente de todas aquellas adquisiciones que le fueran útiles para llegar a su estado actual, pero que constituyen otros tantos obstáculos para su progreso ulterior.... El despojo de los metales es así el despojo voluntario del alma, de sus cualidades inferiores, de sus vicios y pasiones, de los apegos materiales que enturbian la pura luz del espíritu; el abandono de las cualidades y adquisiciones que brillan con luz ilusoria en la inteligencia e impiden la visión de la Luz masónica, la Realidad que sostiene el Universo y lo construye incesantemente”.
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