domingo, 3 de noviembre de 2024

Alberto Valín: "Lugo se adelantó tres años en tener mujeres masonas"

 


Este autor de un minucioso estudio sobre la masonería en Galicia en el siglo XIX presentó un libro en Ribadeo sobre este tema en el que analiza el fenómeno de modo exhausitvo.

Habló de la masonería gallega en Ribadeo, donde tuvimos ejemplos ilustres.

Sí, sí, por supuesto. Está Ramón Ibáñez, hijo segundo del marqués de Sargadelos, que nunca fue marqués, y que dio un golpe de estado con Espinosa de los Monteros en A Coruña. Lo descubrí haciendo mi tesina y fue un éxito porque en dos meses se vendieron 1,500 ejemplares. Yo en ese momento trabajaba en el trasvase de las transferencias sanitarias a Galicia y me venían a ver la oficina masones para coordinarse conmigo, pero yo les tenía que explicar que ni estaba iniciado ni era masón, pero sí les dirigía o les ponía en contacto a unos con otros. Mis libros aparecieron en bibliotecas de varios países de Europa y creó la nueva etapa histórica de la masonería gallega surgió gracias a esos contactos que favorecí.


 

Hay una idea popular de que aquí hubo bastantes más.

Creo que solo conseguí información de uno en una logia bonapartista. Un militar afrancesado nacido en Ribadeo. Lo que sí hay es mariñanos. El venerable maestro de los Amigos del Orden, una logia conspirativa, era un capitán, Vicente Vázquez.

¿Quiénes eran esos masones?

Eran una élite reducidísima porque en la España del XIX todo estaba en manos del Absolutismo, por infraestructura política, policial, clerical, intereses de una aristocracia servil... Esta gente suelen ser segundones: nobles sin mucho relumbrón como Ibáñez. Me encantó dar la charla de presentación del libro en el pazo donde nació, y dije que me gustaría que su alma estuviese por allí en ese momento.

Pasaron los años, pero la masonería sigue atrayendo.

Creo que hay cierto morbo porque es una sociedad secreta y este libro es mi primera tesis ampliada en estos dos años en unas 90 páginas más. Y hay de todo, cosas increíbles como la conspiración revolucionaria del año 1820 que empieza con otra logia del 14 donde está Luis Lacy, que es un personaje que destapo en este libro gracias a descubrimientos de José Antonio Durán, que trabajó mucho su biografía y descubrió que era un masón convencido y cuando fue capitán general del Reino de Galicia se preocupó por las cárceles y la situación de los presos. Luego tienen esas cosas que tanto gustan, como escribir con zumo de limón y meter los mensajes en bocadillos. Cosas así. En Lugo, por cierto, entró mucho por el tren, demostrando que no es solo un fenómeno urbano, porque llega a O Saviñao, Pantón o Monforte, por ejemplo.

Habló de cierto aperturismo de la masonería a las mujeres.

Sí, porque la masonería, por el contexto de la época en que nació era muy misógina. Pero pude descubrir que a finales del siglo XIX en Lugo hay logias en que una mujer fue aceptada al mismo nivel que un hombre y era nada menos que una chica de 21 años que es Gran Primer Vigilante, un cargo de enorme rango en la logia. Se adelanta en tres años a lo que se conocía en la historia universal de la masonería hasta el momento. 

Pablo Villapol

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