Trazado presentado por el Q∴ H∴ Alejandro Rodríguez con motivo del Cuarto Aniversario de la R∴L∴ Nueva Jerusalén Nº 58.
Venerable
Maestro,
Dignos Oficiales,
Queridos Hermanos todos en sus grados y calidades:
Hoy nos congregamos en este Templo para celebrar un acontecimiento que
trasciende el simple paso del tiempo. Han transcurrido cuatro años desde que un
grupo de hombres libres y de buenas costumbres, movidos por el anhelo de
trabajar en la construcción de sí mismos y de la humanidad, colocaron la
primera piedra de esta Respetable Logia Nueva Jerusalén.
Cuatro años pueden parecer un breve tramo en la larga senda de la historia,
pero en la vida de una logia representan un periodo de consolidación,
aprendizaje y madurez. Son los primeros peldaños de una escalera que, con
esfuerzo y constancia, nos eleva hacia la Luz.
El número cuatro, que hoy nos convoca, posee una profunda significación
simbólica. Representa la estabilidad, la firmeza y el equilibrio. Es la figura
del cuadrado perfecto, sobre el cual descansa toda construcción sólida. Así
también nuestra logia, durante estos cuatro años, ha procurado asentarse sobre
las columnas de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza, para sostener un edificio
moral digno del nombre que lleva.
El
cuatro también evoca los puntos cardinales, los elementos y las estaciones del
año. Es símbolo de totalidad, de armonía en movimiento. Nos recuerda que la
masonería no se limita a las paredes del templo, sino que debe proyectarse
hacia los cuatro rincones del mundo, irradiando los valores que cultivamos en
nuestros trabajos: la verdad, la fraternidad, la justicia y el amor al prójimo.
Queridos Hermanos,
Cada aniversario es un llamado a la gratitud y a la reflexión. Gratitud hacia
el Gran Arquitecto del Universo por habernos permitido recorrer juntos este
camino; gratitud hacia los fundadores, cuya visión y perseverancia encendieron
la primera llama; gratitud hacia cada hermano que, con su presencia y labor
silenciosa, ha contribuido a mantener vivo este taller.
Pero también es momento de reflexión. Porque el tiempo no solo acumula años:
también nos interroga.
¿Hemos crecido como hombres y masones?
¿Hemos fortalecido la fraternidad que nos une?
¿Seguimos obrando con la pureza de intención que nos llevó a golpear las
puertas del templo?
La verdadera conmemoración no está en los discursos ni en los números, sino en
el compromiso renovado de seguir trabajando la piedra bruta, de ser mejores
cada día, y de tender la mano fraterna al hermano que lo necesite.
Recordemos que la Nueva Jerusalén no es solo un nombre simbólico, sino un
ideal. Representa la ciudad espiritual, la morada de la Luz, la construcción
interior de la humanidad regenerada. Cada vez que abrimos nuestros trabajos,
cuando elevamos nuestras plegarias y cuando cerramos en armonía, estamos
levantando, piedra a piedra, esa Jerusalén interna, invisible pero real.
Hermanos míos,
Que este cuarto aniversario nos inspire a continuar con humildad, pero con
firme propósito. Que no nos falte nunca la constancia en el deber, la prudencia
en la palabra y la pureza en la intención.
Sigamos edificando esta logia con el cemento de la fraternidad, porque solo el
amor fraternal puede mantener unida una obra masónica. Que cada año venidero
nos encuentre más sabios, más fuertes y más unidos en el propósito común de
servir a la Luz y al progreso moral de la humanidad.
Venerable Maestro y Queridos Hermanos,
que el Gran Arquitecto del Universo bendiga este taller, ilumine nuestros
corazones y guíe nuestras herramientas en la eterna construcción del Templo
interior.
Así sea.
Q∴ H∴ Alejandro Rodríguez
Orador
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